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CEO y niñera

CEO y niñera

Autor:

camila jamile

Nombre alternativo :

CEO y niñera

Género :

Estado :

Completed

Funcionamiento :

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CEO y niñera

Puntuación : 6.0/10 A partir de 46 Comentario

Prólogo Pérola Nem toda mulher deveria ser madre. A la mía, por ejemplo, le hubiera ido mejor en la vida si no me hubiera quedado embarazada a propósito de uno de los tipos más ricos del país, pensando que reventarme el baúl sería algo bueno. De acuerdo, en ese momento estaba de viaje, aprovechando la fortuna que había sacado de la pensión después de su muerte. divorcio, pero la maternidad defnitivamente no le hizo ningún bien. Mi madre era la persona más difícil sobre la faz de la tierra. Narcisista, neurótica y afectada, siempre se esforzó por hacer de mí su fundamento, la base de su existencia, por eso desde que nací quiso que siguiera sus pasos y hiciera todo lo que yo no pude hacer cuando era más joven. . Desde niña me hizo tomar clases de etiqueta, inglés, francés y alemán, además de piano, natación, jazz, fauta dulce, ballet y danza del vientre. No parece tener mucho sentido, pero en su cabeza, lo tenía. Ella quería que yo fuera un artista internacional, muy rico, renombrado, con premios Grammy y Oscar adornando el estante de la sala de estar , para presumir ante sus aburridas amigas de la alta sociedad. El problema era que no me gustaba nada. Cada vez que a Miranda se le ocurría una nueva idea, automáticamente sabía que la odiaría. Éramos muy diferentes, aunque, lo confeso, yo he recibido una buena dosis de mimos toda mi vida, y no sólo ella. Cuando tuve la edad sufciente para afrmarme, nuestra relación se convirtió en un caos. Fue en ese momento que mis padres se separaron. Sabía que no era mi culpa, hacía mucho tiempo que no se amaban y pude ver en los ojos de cada uno que solo se apoyaban para mantener las apariencias y no causarme un trauma. A los quince años, mi vida se dividió por la mitad y, ante la terrible situación con mi madre, terminé acercándome a mi padre, Jacob Leblanc. Este acercamiento me dio descubrimientos sobre mí mismo : tenía más que ver con él que con Miranda. Me di cuenta de que disfrutaba más haciendo cálculos que aprendiendo a bailar. Me encantaron nuestras conversaciones sobre el mercado fnanciero, las bolsas de valores, la logística y el mundo empresarial en general. Prefero vestirme como una mujer de negocios exitosa que derrochar en ropa de moda en el centro comercial. En cierto modo, aunque bastante frío y calculador, mi padre me hizo mucho bien. Mi madre me molestó hasta el momento en que consiguió otro novio rico y de repente su vida comenzó a girar en torno a él. No cabía duda de que, tan pronto como me gradué de la escuela secundaria, hice el examen de ingreso a Administración. Mi padre se alegraba cada vez que decía que quería ayudarlo con las empresas de Leblanc. Me animó a realizar luego Ciencias Contables y se aseguró de pagar numerosas especializaciones en el área de Administración. A los veintidós años ya era un empleado creativo e interesado. A los veintisiete conseguí un puesto directivo. A los treinta, me aventuré en la coordinación, hasta que, a los treinta y tres, mi padre hizo colocar la palabra CEO delante de mi nombre en la puerta de mi ofcina. Me había convertido en el director ejecutivo, responsable del progreso administrativo de todo nuestro grupo de empresas. Una responsabilidad enorme, pero que me encontraba cada segundo más capaz de cumplir. Mi trabajo fue excelente y mi presencia fue fundamental. Ser esposa y CEO fue complicado, pero ser hija de Jacob Leblanc fue aún peor: requirió muchos sacrifcios, uno de los cuales fue mantenerme alejada de relaciones de por vida. En parte porque no quería terminar como mis padres, y en parte porque los hombres que conocía siempre eran idiotas egoístas. Estaban más preocupados por mi dinero y linaje, disfrutaban de la casa y mis posesiones mucho más que de mi compañía. Por eso, a los treinta y cinco años, tomé una de las decisiones más importantes de mi vida: ser madre soltera. Ni siquiera sabía a ciencia cierta si debía ser madre, sola o no, al fn y al cabo no tenía la mejor referencia, pero sabía que la oportunidad físicamente

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